Joseph Goebbels, el Ministro de Propaganda de Hitler, se quedaría pasmado de alegría por el gran desarrollo de su teoría de la manipulación mediática de masas en el Perú, si es que pudiera volver a la vida. Seguramente que haría una gran recepción en el edificio del Gran Pabellón diseñado por el arquitecto nazi Albert Speer para 180 mil personas, en Germania la capital del III Reich, que es como se llamaría Berlín, según los sueños de grandeza del Führer.
Menos mal que el pueblo alemán y los pueblos democráticos del mundo no permitieron que el horror de la intolerancia, el racismo, la discriminación, la militarización y la plutocracia no prosperara en Alemania, ni en Europa. En cambio florecieron allí la democracia, la tolerancia, la solidaridad, la ciencia y la cultura con la cooperación y los aportes incalculables de teorías económicas y sociales de raigambre liberal, capitalista, socialista y comunista, que crearon una sociedad del bienestar social, que aunque no perfecta es, de largo, la mejor muestra de convivencia y respeto humano.
Es por eso por lo que Goebbels, aunque reviviera no podría desarrollar ninguna gran fiesta en Europa, pero sí acudiría con gusto a uno de los locales de la plutocracia limeña a felicitar a los estrategas de la campaña macartista, racista, segregacionista y limeño centralista, por perfeccionar sus 11 principios de propaganda que lo elevaron a segundo hombre del régimen nazi.
Sus principios del enemigo único y el del método del contagio se reflejan plenamente en el tratamiento que dan los grandes medios de comunicación monopólicos peruanos a Pedro Castillo, y ahora, a Verónika Mendoza en función del, para el efecto, satanizado Vladimir Cerrón. No cesan de hablar de éste como el poder tras del trono, a pesar de las distancias que ha tomado Castillo con aquél. Sin embargo no hablan para nada del verdadero poder tras del trono de Keiko Fujimori, su padre, a pesar de que ella lo reivindica y lo resalta en todos los tonos y ha jurado amnistiarlo, si llega a Palacio.
Goebbels no hubiera sido tan efectivo en la aplicación de sus principios de transposición y desfiguración para desdibujar al candidato Castillo, como alguien incapaz de gobernar, siendo que él por lo menos ha demostrado ser un buen profesor un buen rondero y un buen sindicalista, en tanto que la candidata oponente sólo ha demostrado ser una mala aprendiz de dictadorzuela, ya que hasta el momento no ha pasado de liderar un grupo de obstruccionistas y conspiradores. Claro que las condiciones en el Perú, es obvio, ya no dan para que surja un nuevo tiranuelo como los que aparecían de cuando en cuando en los 200 años de independencia.
Los principios de vulgarización y orquestación, basados en la simplificación de sus mensajes y la reiteración de sus mentiras bajo la máxima de “miente, miente, que algo queda”, dirigidos a las masas, parecen hacer mella, sin embargo, más en los supuestos sectores moderados mediáticos, como Rosa María Palacios, Augusto Álvarez Ródrich y Jaime Bayly. Éstos parecen haberse vuelto más papistas que el papa, y literalmente esgrimen sus espadas de fuego contra el demonio comunista y la emprenden ahora ya no solo contra los demonios Cerrón y Castillo, sino contra Verónika Mendoza y los técnicos de Juntos por el Perú, que en una correcta actitud política buscan impulsar hacia adelante la posibilidad de cambio en favor de las mayorías, que se ha configurado en el Perú.
La silenciación y la transfusión para minimizar al oponente y achacarle los errores y vicios que su alternativa autoritaria esconde en materia de corrupción y deudas con la ley sobrepasan también la experiencia de su maestro nazi.
Pero lo más desvergonzado, es que presentándose como los adalides de la democracia, los estrategas de la reacción plutocrática en el Perú, pretenden desconocer de llano y prepotentemente el derecho de las grandes mayorías a decidir sobre quién y cómo los debe gobernar. Se irrogan el derecho de tachar a quien amenace, de alguna manera sus negocios, sus privilegios, sus triquiñuelas, descalificando a las grandes mayorías, y al que elijan, si no va con sus mezquinos intereses, como ignorantes, no ilustrados, incultos o ineptos.
El nombrado Plenipotenciario para la Guer
ra Total, luego de su “gran labor” al frente del irónicamente llamado Ministerio de la Ilustración Publica y Propaganda, Joseph Goebbels, sucedió a Hitler luego de que éste se suicidó el 30 de abril de 1945. Al día siguiente se suicidó él, después de matar a su esposa y sus seis hijos. Triste final, que no alegrará a nadie, de un hombre inteligente seducido por el odio racial y las ansias de poder, que pudo haber tenido otro destino.
Están a tiempo estrategas de la reacción, de la segregación, del poder del gran capital y la corrupción, con ropaje de demócratas, de defensores de la estabilidad y el orden en el Perú: dejen que el pueblo decida. El pueblo está informado, es ilustrado y es sabio, no lo menosprecien. No intenten doblar su voluntad, sino hacer que ésta sea más realista y consensuada, como lo viene haciendo una parte de la izquierda más avanzada que la derecha bruta y achorada.
Mariano Paliza Mendoza
05.05.2021